Después de una semana con temperaturas bastante suaves, el día nos ha despertado con algunos copillos de nieve y un descenso brusco del termómetro.
Como no puede ser de otra manera, las grullas siguen siendo las protagonistas del paisaje. Se cuelan en la foto cuando tratamos de captar los restos de la fugaz nevada que aún perduran en las alturas.
Esta mañana se encontraban muy revoltosas, quizá molestas por el intenso frío que llegaba de pronto, quizá sobresaltadas por ese extraño vendaval que tronaba a lo lejos y que parecía no acercarse nunca. Sin embargo, cuando hizo acto de presencia nos acompaño durante todo el día.
A última hora ya no quedaba ni rastro de nieve y estas enormes aves seguían a lo suyo, con sus atronadores graznidos y sus locas desbandadas.
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