Aquellos pequeños renacuajos negros y torpes que dejamos aquél día se han convertido en unos renacuajos gordos y hábiles. Y esto a pesar de que están sufriendo numerosas bajas por el acoso de las aves, los insectos y otros anfibios.
Mientras, otra amenaza se cierne sobre ellos: el pequeño charco en el que viven se está secando rápidamente con el calor de los últimos días. Otros renacuajos vecinos, que se hallan en un charco más profundo, tienen más suerte y podrán desarrollarse con más tranquilidad.
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